Los protocolos de detección precoz de la hipoacusia establecen que a la edad de 6 meses se haya establecido un diagnóstico y se inicie, si procede, el tratamiento. Sin embargo, ya previamente a esta situación, los profesionales podemos aportar a los padres información muy relevante:
· Es esencial crear una actitud positiva como fundamento para afrontar cualquier tipo de dificultad. Es importante potenciar nuestra inteligencia emocional.
· Fomentar una destreza no es forzar sino dar oportunidades para la exploración sensorial de un ambiente estimulante. Un exceso de ansiedad por provocar conductas siempre es contraproducente.
· Para llevar a cabo esta labor de forma satisfactoria es importante confiar en las cualidades innatas que poseemos como padres y conjugarlas con las recomendaciones que nos hacen los profesionales.
· Nunca hay que infravalorar las cualidades de nuestro/a hijo/a. Todos los seres humanos somos un amasijo de virtudes y limitaciones.
· El desarrollo del niño es global y, por consiguiente, cuando estimulamos un sentido estimulamos todos los demás. Si desaprovechamos alguna de las vías de acceso al conocimiento sensitivo estaremos descartando vías de estimulación. La audición infantil también está en la visión, en el tacto, en el gusto…
· Una buena base para la estimulación auditiva infantil en edades precoces se fundamenta en crear una buena relación paterno/materno-filial y realizar de forma asidua el denominado “método canguro”:
El método canguro se basa en el contacto físico “piel con piel”. Lo desarrollaron en 1979 los pediatras Edgar Rey y Héctor Martínez, del Hospital de San Juan de Dios de Bogotá a través de un programa de cuidados del neonato prematuro y que actualmente presenta infinidad de trabajos que expresan sus beneficios.
Consideramos que este método puede ser favorecedor de la estimulación auditiva más precoz
Para ello, adecuamos la temperatura del dormitorio, nos tumbamos en la cama o sentados cómodamente en un sillón, nos tapamos si es preciso, y, tras desnudar nuestro torso y el de nuestro hijo/a, lo situamos sobre nuestro pecho y comenzamos a hablarle de manera rítmica y pausada, también podemos cantar alguna canción. La vibración de nuestra voz, el sonido, se transmitirá por todo su cuerpo. Además, podemos aprovechar la situación para acariciarlo y trasmitirle todas nuestras emociones afectivas.
Es muy importante que participe en esta actividad tanto el padre como la madre pues los cambios en las cualidades frecuenciales de los sonidos emitidos por la voz permitirán una mayor estimulación de los restos auditivos.